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27 Tomó luego en sus manos una copa, dio gracias a Dios y la pasó a sus discípulos, diciendo:

— Beban todos de ella, 28 porque esto es mi sangre, con la que Dios confirma la alianza, y que va a ser derramada en favor de todos para perdón de los pecados. 29 Les digo que no volveré a beber de este fruto de la vid hasta el día aquel en que beba con ustedes un vino nuevo en el reino de mi Padre.

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